Los comprometidos jóvenes de Córdoba han quedado encantados con el recibimiento que el colegio les ha brindado. Como familia marista que somos todos, se pretendió desde el principio que se sintiesen como en casa, y las caras de satisfacción y de alegría con la que se fueron son prueba de que se ha conseguido con creces.
Y por supuesto, actuaron y cantaron. Y en esas canciones había una música y una letra maravillosas, pero también había oración, ilusión, alegría, compromiso, fe… Y todo esto se trasladó al patio de butacas. Mucha gente salió del musical diferente de cómo había entrado: unos revivieron cosas que hacía tiempo que no sentían, otros rezaron con las canciones, y muchos salieron “removidos”. Sin duda, una catequesis en toda regla a ritmo de una música y unas voces increíbles.
Y por si fuera poco, los becados de las comunidades campesinas de Roboré junto con sus familias han estado en la cabeza y en el corazón de todos nosotros a lo largo de todo el fin de semana. Aunque no los hayamos visto, ellos son los auténticos protagonistas de esta historia. Esta ha sido la auténtica Caridad.
Por todo ello…