Jesús, profundamente conmovido, dijo: «Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar». Los discípulos se miraron unos a otros perplejos, por no saber de quién lo decía… Y, untando el pan, se lo dio a Judas, hijo de Simón el Iscariote. Detrás del pan, entró en él Satanás. Entonces Jesús le dijo: «Lo que tienes que hacer hazlo en seguida». Ninguno de los comensales entendió a qué se refería… Judas, después de tomar el pan, salió inmediatamente. Era de noche. Cuando salió, dijo Jesús: «Ahora
es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado en él. Si Dios es glorificado en él, también Dios lo glorificará en sí mismo: pronto lo glorificará. Hijos míos, me queda poco de estar con vosotros.
Me buscaréis, pero lo que dije a los judíos os lo digo ahora a vosotros: «Donde yo voy, vosotros no podéis ir»». Simón Pedro le dijo: «Señor, ¿a dónde vas?» Jesús le respondió: «A donde yo
voy no me puedes acompañar ahora, me acompañarás más tarde». Pedro replicó: «Señor, ¿por qué no puedo acompañarte
ahora? Daré mi vida por ti». Jesús le contestó: «¿Conque darás tu vida por mí? Te aseguro que no cantará el gallo antes que me hayas negado tres veces».
Jn 13, 21-33.36-38