En este 3er. Domingo de Cuaresma se nos invitaba a dar buenos frutos… Por los frutos se conocen a los buenos árboles. Y nosotros estamos llamados a dar “buenos frutos”, como hijos de Dios. Esos frutos son los valores del Evangelio que “crecen y maduran” en nuestro corazón para el bien de toda la humanidad. El amor, la solidaridad, el perdón, la ayuda, la alegría, la fe, la esperanza, … deben “florecen” en nuestra vida pues si no seríamos como árboles secos, sin vida, sin “savia”… Pero Dios sabe de nuestra debilidades e infidelidades. 
No siempre hacemos bien las cosas, nos cuesta comprometernos, dar testimonio, ser auténticos,… por eso Dios no se impacienta, no nos exige que demos frutos de inmediato,… si no que espera, como el agricultor, a que llegue el tiempo de la cosecha para recoger los frutos de lo plantado en otoño. Hay un dicho popular que dice: “Dios perdona siempre, el hombre a veces, la Naturaleza nunca”… y esto es aplicable también al tema de los “frutos” del Reino: Dios siempre está a la espera de que los demos y que los demos en abundancia… La simpática representación de la escena evangélica (parábola de la higuera que no daba fruto) nos ayudó a todos, en especial a los más pequeños, a comprender el sentido cristiano de esta parábola. Felicitación a los “artistas” y estamos impacientes por ver vuestra próxima representación…
