¿Eres tú el rey de los judíos?” Jesús le contestó: “¿Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí?”
Pilato replicó: “¿Acaso soy yo judío?... “Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo… Pilato le dijo: “Conque, ¿tú eres rey?” Jesús le contestó:
“Tú lo dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz”. Pilato le dijo: “Y ¿qué es la verdad?”
Tomaron a Jesús, y Él, cargando con la cruz, salió al sitio llamado “de la Calavera” (que en hebreo se dice Gólgota), donde lo crucificaron; y con Él a otros dos, uno a cada lado, y en medio, Jesús.
Junto a la cruz de Jesús estaba su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena. Jesús, al ver a su madre y cerca al discípulo que tanto quería, dijo a su madre:
“Mujer, ahí tienes a tu hijo”. Luego, dijo al discípulo: “Ahí tienes a tu madre”. Y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa.
Después de esto, sabiendo Jesús que todo había llegado a su término, para que se cumpliera la Escritura dijo: “Tengo sed”… Jesús, cuando tomó el vinagre, dijo: “Está cumplido”. E, inclinando
la cabeza, entregó el espíritu.
Jn 18, 1-19, 42